El pragmatismo político, El Príncipe, Maquiavelo.


   “Todos sabemos cuán digno de ala­banza es que el príncipe mantenga la fe dada y viva con integridad y sin astucia. Pero la experiencia de nuestros tiempos nos dice que los príncipes que han hecho grandes cosas son los que menos han mante­nido su palabra y con la astucia han sabido engañar a los hombres, su­perando en fin de cuentas a quienes ponen sus fundamentos en
la lealtad.
         ...Es cosa que conviene entender bien: que un príncipe, sobre todo un príncipe nuevo, no debe obser­var todo lo que hace que los hom­bres sean tenidos por buenos, por­que en ocasiones, para defender su Estado, necesitará actuar contra la lealtad, contra la caridad, la huma­nidad y la religión. Tiene que con­tar con un ánimo dispuesto a mo­verse según sople el viento de la fortuna e impongan las diferentes circunstancias, sin apartarse del bien -si es posible- pero sabiendo también entrar en el mal, si es ne­cesario...
         Haga el príncipe cuanto deba por dominar y conservar el Estado, que los medios siempre serán considera­dos justos y alabados por todos; pues al vulgo lo convencen las apa­riencias y el resultado de cada cosa.”