Bambi vs. Caperucita, y la evolución de la conciencia.



Bambi
Escena de la película Bambi
El director, guionista y animador de cine Walter Elias Disney, con su entrañable personaje Bambi, el cervatillo que unos cazadores dejan huérfano, se ha convertido en un recurso habitual de taurinos, cazadores y en general todo individuo interesado en dañar o matar animales para burlarse
de un creciente número de personas en la sociedad. Es habitual escuchar en boca de taurinos y cazadores: “Esta gente ha visto mucho Bambi”, cuando nos escandalizamos y actuamos ante la tortura y muerte de animales.
La conciencia del futuro ve en Bambi un compañero de viaje al que respetar, no un simple objeto al que matar para convertir en un adorno
En su cuento, Disney nos muestra lo que muchos intuían en el pasado y que gracias al avance del conocimiento hoy día no cuestionamos: el resto de animales no son objetos. El autor americano caracteriza a su personaje, Bambi, con elementos propios del reino animal: comunicación, capacidad de sentir, de elegir, empatía, huir del dolor, aprendizaje, imitación, etc.
Bambi ha pasado a engrosar el acervo cultural de nuestros tiempos. Es un cuento universal que comparte espacio con otros, tradicionales, como el de Caperucita Roja y el Lobo. En este antiguo cuento el animal se dibuja como un enemigo feroz, cruel y sanguinario de los humanos. Animales cuyo único objetivo es alimentarse de los humanos, de dañarles, de matarles. Y los cazadores se alzan como héroes contra el terrible y feroz lobo. El cazador es el defensor del resto de humanos, en especial de los más débiles.
En realidad podríamos ver en el lobo de Caperucita una representación de toda la Naturaleza a la que se enfrentan los humanos porque ella los quiere exterminar. El cuento está empapado de estereotipos tradicionales: el viril y machote cazador que salva a la débil y necesitada hembra. Príncipes y princesas, hombres y mujeres, cada cual con su rol tradicional y en este caso acompañados de la cruel naturaleza a la que hay que doblegar y llegado el caso, exterminar.
La conciencia de hoy nos muestra que la naturaleza no es enemiga de ningún humano. Que somos parte de ella y también de los animales. Que compartimos un destino idéntico en el devenir universal de ese pequeño planeta al que llamamos Tierra. La armonía es la clave de la existencia, no el enfrentamiento. Los humanos tenemos la capacidad de descubrir el equilibrio y si queremos, respetarlo. Hay empatía con los animales y vivimos con ellos. Somos capaces de apreciar las muestras de cariño de perros y gatos con los que vivimos. Y si estamos atentos, también con el resto de especies, aunque seguimos reservando a estas otros usos, siempre terribles.
La conciencia del futuro ve en Bambi un compañero de viaje al que respetar, no un simple objeto al que matar para convertir en un adorno. Esta conciencia es fruto del conocimiento y la evolución, la otra, la de Caperucita, de unos humanos que habitaban en cavernas, víctimas de su propia estupidez, atacando a todo lo que no entendían. En Bambi hay realidad objetiva: animales que quieren vivir, que aman, que juegan, que gustan de sus vidas. Y renegamos de los cuentos surgidos en la oscuridad, que moran en las sombras, pues sólo ahí están seguras para torturar y asesinar.
Juan ArriazJuan Arriaz