El castigo a los hijos que debe erradicarse. Según expertos.

La violencia que se recicla de padres a hijos es una especie de tara generacional. Como así me criaron y me creo buena persona, entonces también le pego a mis hijos para corregirlos (Vaya tontería. Esta es una de las causas de tanta agresividad en el ser humano. EL niño violentado es un causa directa de un adulto irascible, violento, neurótico)...

 
Si justificamos el que nuestros padres hallan sido violentos de paso justificamos la brutalidad d elos abuelos. Y eso es un mensaje nefasto para quienes van a sucedernos: Nuestros hijos. Es generacional...


OJO: Ooootra cosa MUUUUY distinta es la tal obediencia. Que no es ni buena ni mala. Eso son etiquetas. Lo que sí es que algunas veces es conveniente y en muchas otras es "contraproducente".Ya habrá oportunidad de hablar algo sobre "eso"... ☺

La técnica del policía bueno, policía malo es una buena alternativa. Si el papa se enoja porque el hijo hizo algo que no es apropiado, entonces la mamá viene y le habla al hijo del por qué el papá no está muy contento con el hijo, claro está que primero le ha sugerido que lo que hizo no está bien y lo ha debido dejar solo un buen rato para que reflexione por sí mismo...Esta técnica fue mi preferida y ahora mi hijo es Ingeniero Civil. Nunca lo maduré a correa y espero que no vaya él a ser tan incoherente...Que aprendió una cosa y aplique otra...

++++++++++++++++++++++






Azotar a los niños puede causarles graves problemas psicológicos

27 de abril de 2016
Dar una bofetada a un niño o un azote como medida correctora nunca ha dejado de ser mal visto en nuestra sociedad. A pesar de que los pediatras y psicólogos desaconsejan este tipo de agresiones, muchos padres siguen recurriendo a ellas cuando no controlan la situación.
Pero ya no hay excusas. Pegar a un niño es un acto de violencia que hay que evitar a toda costa. Primero, porque no sirve para educar. Y segundo, porque causa un gran daño psicológico que se puede manifestar en la edad adulta con graves trastornos emocionales.











Así lo ha demostrado un enorme estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Texas y publicado en la revista Journal of Family Psychology . En el trabajo, un metaestudio en el se han revisado otras investigaciones científicas, se han investigado los casos de 160.927 niños que han sufrido malos tratos en la infancia en forma de azotes. A efectos del estudio, el azote queda definido como el golpeo con la palma de la mano en los glúteos del niño o en sus extremidades.
Y la conclusión es clara: los que han recibido golpes tienen muchas más posibilidades de desarrollar algún tipo de conducta disfuncional o de problema emocional. Andrew Grogan-Kaylor, uno de los científicos que han participado en la investigación, explica que los niños azotados tienden a desafiar más a sus padres que los que no lo han sido. También se vuelven más agresivos, desarrollan problemas mentales, comportamientos antisociales y pueden tener problemas cognitivos, como de aprendizaje, memorización o atención.
Según revelan en un comunicado de prensa, los investigadores crearon una lista de 17 problemas que podrían sufrir los menores, entre los que se encuentran los citados por Grogan-Kaylor, y los que fueron azotados desarrollaron en mayor o menor medida hasta 13 de ellos.
La conclusión del estudio es que los azotes aumentan la probabilidad de una amplia variedad de conductas no deseados para los niños” asegura Grogan-Kaylor. Y la primera de ellas es la desobediencia. “Un azote consigue lo contrario de lo que los padres quieren que se haga.”
El estudio también concluye que los niños que fueron azotados también son más propensos a usar el castigo físico con sus propios hijos, lo que demuestra cómo las actitudes con respecto a tales métodos de disciplina tienden a transmitirse de una generación a otra. Además, el azote equivale a un abuso físico, ya que las víctimas de ambas situaciones muestan daños psicológicos y conductas similares.
“Se suele pensar que una zurra y el abuso físico son comportamientos distintos. Sin embargo, nuestra investigación muestra que los azotes equivalen a los mismos resultados negativos que el abuso, solo que en un grado algo menor”, explica Elizabeth Gershoff, otra de las autoras de la investigación. “Esperamos que nuestro estudio pueda ayudar a educar a los padres sobre los daños potenciales de los azotes y les ayude a probar formas positivas y no punitivas de educación”.